viernes, 2 de noviembre de 2018
sábado, 27 de octubre de 2018
biofrafia 1
Francisco Gabilondo Soler "Cri-Cri"
Francisco José Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Cri, el Grillito Cantor, nació el 6 de octubre de 1907 en Orizaba, Veracruz; hijo de los señores Tiburcio Gabilondo y Emilia Soler. Desde pequeño mostró interés por aprender y estudiar más no por asistir a la escuela, prefería el rumor del campo y el murmullo del bosque al molesto barullo de sus compañeros de clase; aprendió más por sí mismo que con profesores que le parecían poco interesantes.
Era aficionado a los idiomas y al origen de las palabras; adquirió diversos conocimientos no sólo por lo aprendido en libros sino por lo que sus oídos le permitían asimilar: voces de mil seres diferentes con el canto del agua que formaban música en su cabeza y se sumaban a la algarabía de una abuelita que lo entusiasmaba con narraciones infinitas y alegres melodías al piano. Algunas lecturas que lo inspiraron para crear sus propios relatos fueron las fábulas de Esopo, las historias de Julio Verne y los cuentos de Emilio Salgari, Hans Christian Andersen, Wilhelm Hauff y los hermanos Grimm.
A pesar de que a sus diez años de edad enfrentó circunstancias difíciles como asimilar el deceso de hermanos pequeños, el divorcio de sus padres, una economía apretada, vivir en internados y tomar la decisión de establecerse con su papá, su infancia giró en torno a su abuela, la fantasía y la naturaleza, a quienes años después dedicaría tantas canciones.
Se consideraba hombre metódico y autodidacta; indagó en diversas áreas del conocimiento siendo la astronomía la ciencia que realmente lo atrapó. Durante su adolescencia canalizó su energía en los deportes, incursionó en el boxeo, la natación y la tauromaquia, disciplina en la que fue conocido como El estudiante.
A los 17 años viaja a Nueva Orleans para estudiar la que se consideraba en ese entonces la carrera del futuro: Linotipia, la cual nunca ejerció pero gracias ésta quedó cautivado por el alma musical de esa ciudad de Estados Unidos en donde el movimiento de jazz, junto con otros géneros que estaban en pleno apogeo, lo motiva también para su formación como compositor.
Cuando tenía 19 años decidió aprender música; pidió permiso para estudiar en la pianola de unos baños públicos de Orizaba en la que accionaba el mecanismo, se fijaba en dónde bajaban las teclas y ponía los dedos en ese lugar hasta que, a fuerza de practicar, dominó el teclado y se convirtió en pianista.
Inició su trayectoria tocando melodías de la época en bares y casas de citas, componiendo sus propias obras alrededor de 1930; entre ellas se encuentran tangos, danzones y fox-trots, uno de los cuales: Montecarlo, fue grabado en Nueva York por una banda estadounidense. Otras de sus canciones fueron Dorotea, Vengan turistas, Timoleón y Su majestad el chisme.
A principios de 1934, cuando su trabajo musical festivo ya era reconocido, solicita una oportunidad a Emilio Azcárraga Vidaurreta quien aceptó haber notado que cuando tocaba sus temas los niños ponían atención a la radio, por lo que le sugirió escribir letra infantil para La Marcha de Zacatecas, pero Francisco consideró que era mejor arriesgarse con un número propio, mismo que le presentó a Otón Vélez, entonces gerente artístico de la XEW y quien finalmente le abre un espacio.
Es así como el 15 de octubre de ese año interpretó, únicamente con voz y piano, sus temas El chorrito, Bombón I y El ropero; fueron quince minutos sin patrocinador ni publicidad, con poca paga, a prueba, sin éxito aparente, sin nombre y sin personaje, el inicio de un programa de radio que se mantuvo al aire durante casi veintisiete años, a pesar de que Francisco creía que sólo duraría algunas semanas.
Poco después de iniciado el programa, el gerente artístico de la estación le sugirió que algún animalito narrara las aventuras de sus canciones por lo que Francisco —quien ya contaba con la colaboración del violinista Alfredo Núñez de Borbón— pensó en un grillito e, influenciado por el idioma francés, decidió llamarlo Cri-Cri, el Grillito Cantor, personaje que a quince días de haber nacido ya era patrocinado por la Lotería Nacional.
Después de un tiempo su espíritu aventurero lo orilló a dejar el programa para viajar a Sudamérica (pasó de la Patagonia a Argentina) y empaparse de otra de sus pasiones: el mar, en donde todas las noches observaba el cielo y disfrutaba de su libertad; consideraba que “ver un astro a través de un telescopio era todo un espectáculo”.
Al regresar a México retoma el programa —transmitido en vivo por cortos meses desde La Habana, Cuba, y cuya última emisión se realizó el 30 de julio de 1961—, aunque esta vez sus necesidades habían aumentado por lo que Francisco Gabilondo Soler, quien hasta ese momento tocaba el piano de manera lírica, aprendió a leer y escribir música, a transcribir sus textos y determinar la producción general en la que ya estaba inmerso.
Algunas de sus canciones son Llueve, ¡Al agua todos!, El sillón, Castillo azul, Chong Ki Fu, Jorobita, Ché araña, La patita, El jicote aguamielero, Jota de la J, El ropavejero, La banda del pueblo, El ratón vaquero, Caminito de la escuela, Teté, Acuarela, Marina y Pico peñón, entre muchas otras.
Su repertorio incluye más de doscientas veintiséis composiciones, de las cuales ciento veinte fueron grabadas; creó más de quinientos personajes y escribió más de tres mil quinientas páginas de textos y cuentos. Su obra ha sido interpretada por diversos grupos y cantantes tales como Libertad Lamarque, Hugo Avendaño, Plácido Domingo, Emmanuel, Timbiriche, Chabelo, Alejandra Guzmán, Enrique Bunbury, Eugenia León, Iraida Noriega y Voz en Punto, entre otros.
El maestro Gabilondo apreciaba la soledad, motivo por el cual rehuía a los homenajes y festivales en su honor; en cambio, disfrutaba las reuniones con sus amigos astrónomos, grupo al que denominó Los astrolocos y apelativo que, desde luego, él mismo se aplicaba. Decía que mucha gente pensaba que la astronomía consistía en “estar viendo pa´arriba”, aseguraba que era falso y citaba una frase escrita en la entrada de la Escuela de Platón, en la antigua Grecia: “No entre quien ignore la música y la astronomía”.
Además de la música Francisco Gabilondo sentía predilección por la historia, los idiomas, la literatura, la geografía y la ciencia, principalmente la astronomía cuya área más interesante para él era el cálculo; se deleitaba comprobando movimientos estelares mediante operaciones matemáticas, conocimiento relacionado también con la música.
En 1963 nace un proyecto cinematográfico basado en la vida del maestro Gabilondo Soler; Cri-Cri fue interpretado por el primer actor Ignacio López Tarso, mientras que el compositor accedió a aparecer en pantalla en la escena final filmada en uno de los tantos homenajes en su honor. Por otra parte, en 1968 realizó por pocos meses para Televicentro un programa televisivo grabado primero en blanco y negro y, después, a color. Fue miembro fundador del Sindicato Mexicano de Autores, Compositores y Editores de Música (SMACEM), actualmente Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM).
Francisco Gabilondo Soler Cri-Cri falleció a la 13:40 horas del 14 de diciembre de 1990 en su casa de Texcoco, en el Estado de México.
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